Experimentando con la Raspberry Pi 400


Estoy encantado con mi nuevo juguete. Desde hace ya algún tiempo andaba detrás de una Raspberry. Para quienes aún no la conozcan, Raspberry es un ordenador de placa única, del tamaño de una tarjeta de crédito y está disponible en modelos que van desde los 2 a los 8 gb de RAM. Monta un procesador ARM de 4 núcleos y 64 bits integrado en la placa y que alcanza los 1,8 Ghz.


Pese a su tamaño, dispone de todo lo imprescindible: conexión WIFI, Bluetooth, 4 puertos USB, dos puertos micro HDMI, un lector de tarjetas MicroSD (que hace las veces de disco duro) y conexión USB-C para su alimentación.


Su software operativo, preinstalado en la tarjeta si compras un kit oficial, es una distribución adaptada de Linux, pero si te defiendes con cualquier versión de Windows (sobre todo XP y Win7) te resultará sumamente sencillo de utilizar.


El precio de esta cucada oscila entre los 35€ de los modelos más básicos hasta los 100€ de los kits más completos.


Al final de decanté por el modelo Pi 400 y lo hice principalmente por nostalgia. Mis primeros pinitos informáticos los hice con un Philips MSX VG-8020, que era un ordenador integrado en un teclado que se enchufaba a la tele. Venía con 100 juegos y un manual de programación en BASIC.


Pues bien, la Pi 400 es también un computador integrado en un teclado, algo pequeño, pero funcional, que se conecta a un monitor vía HDMI (puedes usar un adaptador si el tuyo es VGA o DVI), trae preinstalados bastantes juegos de estética retro y viene acompañado de un manual a todo color con indicaciones de uso de la propia máquina y con explicaciones para aprender a programar en Scratch y Python, lo que lo hace un compañero ideal para enseñar programación a los más peques.


Junto con el sistema operativo hay una variedad interesante y útil de software preinstalado com son un lector de PDF, un reproductor de música y video y el programa GIMP para retoque fotográfico. Naturalmente, puedes instalar cualquier otro programa que necesites desde el repositorio, que es una especie de "Google Play" para Linux. Como suite ofimática incorpora LibreOffice, que es la mejor alternativa gratuita a MSOffice.


Despúes de unos días trasteándola puedo decir que me ha sorprendido su rendimiento. El teclado es de muy buena calidad, de estética agradable y muy bien manufacturado. Es bonito y robusto y pesa lo suyo para ser solo un circuito impreso y un disipador, lo cual da cuenta de la calidad de los materiales empleados.

Se puede utilizar perfectamente para el trabajo diario o para los estudios (he escrito esta entrada con ella) siempre que no le pidamos tareas muy exigentes como, por ejemplo, edición de vídeo o juegos potentes. Al principio cuesta un poco acostumbrarse al teclado, pero después este pequeño dispositivo resulta perfecto para utilizar LibreOffice, navegar por internet o realizar videoconferencias.


De hecho, la Fundación Raspberry Pi repartió en el Reino Unido numerosos kits (monitor, auriculares con micro y webcam incluidos) durante el pasado año 2020 para combatir la brecha digital, agravada por los efectos de la pandemia, entre los más desfavorecidos, permitiendo así que los estudiantes que se beneficiaron del programa pudieran seguir con su formación online.


Creo que por 100€ merece la pena tener un equipo así. Su sencillez, su tamaño y su diseño desenfadado podrían hacernos desconfiar; sin embargo, la Raspberry Pi 400 resulta ideal para trabajos poco exigentes y para presupuestos ajustados.


Por poner algún "pero" diré que hay que comprar un monitor si no dispones de uno (aunque, bueno, cualquier ordenador que no sea un All-In-One necesita un monitor aparte), si bien por 40€ se encuentran buenos modelos de ocasión. Otra "pega" es que una tarjeta MicroSD tiene una vida útil corta y es más lenta que un disco duro, pero esto es algo que puede solventarse trabajando en la nube y, además, una buena tarjeta MicroSD de 32Gb no llega a los 10€.


En definitiva, no es un equipo para usuarios exigentes y mucho menos para gamers, pero para estudiantes e incluso para teletrabajar en tareas que no requieran demasiada complejidad, la Raspberry Pi 400 cumple perfectamente con su cometido. Por el precio que tiene no se le puede pedir más.